lunes, 13 de julio de 2009

ENJAULE Y EDUCACIÓN DEL PARDILLO

ENJAULE Y EDUCACIÓN DEL PARDILLO
Vicente Pruñonosa Fernández
Desde tiempos inmemoriales siempre se ha hecho igual; en los meses de junio, julio, agosto y, en algunos lugares, septiembre, según el clima donde se enjaula, se han cogido los pardillos para educarlos lo antes posible; cuando empiezan a comer solos los pichones es la mejor época para el enjaule.
La afición valenciana, que tiene una tradición cuyo origen no lo recuerda nadie por no haber nada escrito sobre el particular, pero que creemos que es de las más antiguas de la nación, ya que los más viejos del lugar siempre han hablado de «había entonces», «se hacía entonces», esta afición también tiene una gran predilección por el «pardillo», pues después del ruiseñor es el pájaro que dispone de una especial asimilación a todo lo que oye Y. Por consiguiente, posee tanta variación de canto.
Los criadores valencianos igual capturamos pichones en Murcia que en Granada; primeramente porque, al ser provincias más cálidas, vienen antes (meses de junio e, incluso, mayo), según el año en temperatura, etc. En los meses de julio y agosto vamos hacia la parte de Cuenca y pueblos norteños de Valencia. En agosto también nos acercamos a la provincia de Teruel, Guadalajara, Soria y otras.
En fin, enjaulamos de varios sitios y los vamos probando, porque, según las aguas (lo fuertes que sean) tienen los pájaros más o menos aguante en el canto que se les enseña; hay ejemplares de lugares que el primer año inician el canto, al segundo se superan y, aunque tengan 10 ó 12 años, aún continúan con la misma fuerza como si fueran pichones de sobre año; sin embargo hay ejemplares de otros lugares que ya el primer año dan todo lo que aprenden y con fuerza.
Solemos poner de 6 a 12 pájaros de cada sitio; los que somos criadores empedernidos los enumeramos y les hacemos una ficha; escribimos de cada ejemplar la fecha en que se ha enjaulado y cuál es su procedencia. Los ponemos de dos en dos en las jaulas hasta que saben bien dónde está la comida y el agua, unos cinco o seis días; cuando ya lo han aprendido, se coloca cada uno en una curiosa o cajón, separándolos. También es ahora el momento de colocar al «maestro educador» en un sitio que, por la distancia, lo oigan los pichones, pero que no lo castiguen mucho, ya que, cuando son pichones, muchos de ellos quieren empezar a cantar, pero muy de prisa y con giros que la mayoría de los mismos no son de calidad.
Cuando ya llevan un mes en las jaulas colocamos éstas dentro de unos cajones que tienen tres agujeritos, para que no les falte el aire, y los vamos tapando y observando, ya que hay muchos que, estando tapados, cantan y debemos examinar si lo que cantan es bueno o malo; si es bueno, se dejan en su sitio, y si no lo es, los vamos retirando.
Mientras tanto, el maestro educador les irá cantando y diciendo las notas buenas que a nosotros nos gustan; al mismo tiempo, los pichones van cambiando la pluma y, al cambiar la pluma, entran en un estado de letargo, se están muy quietos y, al no ver a nadie, están atentos a lo que oyen del maestro educador. Ante todo debemos advertir que no hay que tener cerca pájaros de otras especies, ya que el pardillo asimila todo lo que oye y lo canta con su tono de voz.
Según los vamos arreglando de comida y agua, observaremos la caída del plumaje hasta pasados dos meses, como mínimo; examinaremos si tienen las plumas igualadas y si están bien mudados.
Finalmente, los iremos destapando y poniendo a cada uno por separado para poder observados bien cuando inicien el canto, pues, a los quince o veinte días .empiezan a decir todo lo que han aprendido del maestro educador.

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